Una mirada popular y soberana sobre la producción y el campo argentino. Un abordaje de las problemáticas agrarias desde la perspectiva de los intereses de los pequeños y medianos productores, los trabajadores rurales, los pueblos originarios y los pueblos del interior. 

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Mala leche

Escrito por  Mariana Echaguibel
Mala leche

Con la excepción de la soja, que logró un gran crecimiento tanto en área como en producción, para las demás producciones desarrolladas en nuestro país, la “década ganada” quedó trunca. Así la lechería no sólo apenas pudo mantener los niveles de producción, sino que además sufrió la desaparición de más de 8.000 pequeños y medianos tambos en estos últimos 10 años.   

“La memoria puede fallar, pero los números nunca mienten. En 2001 la crisis del sector lechero era casi terminal; en 2003 alcanzó 7.951 millones de litros anuales, en 2011 fueron 11.600 millones y este año vamos a llegar a 11.800 millones de litros. Este crecimiento no es casual, sino fruto de políticas activas”, afirmó la Presidente de la Nación, Cristian Kirchner, el año pasado mientras inauguraba una nueva planta de la empresa láctea SanCor.

 

Según un informe del Ministerio de Agricultura de la Nación la producción en litros de leche ha crecido de una manera impactante. En el 2002 se produjeron 9.528,61 millones de litros; en 2006 ese número ascendió a 10.161,50, logrando su pico máximo en el 2012 con 11.338,67 millones de litros de leche.
El subsecretario de Lechería, Arturo Videla, estimó que la producción del 2013 en litros de leche fue de 11.500 millones y que en lo que respecta a las exportaciones se batió el máximo nivel histórico de facturación con 1.700 millones de dólares.
En este sentido, un informe de dicho ministerio detalla que la exportación ha atravesado diversos vaivenes. En el 2001 se exportaron 150.129 toneladas de productos lácteos. En el 2011 este número ascendió a 450.415 toneladas, disminuyendo en el 2012 a 429.415 y logrando de enero a noviembre del año pasado 358.184 toneladas.

No obstante, el plan es mucho más ambicioso. Es que la lechería también forma parte de un Plan Estratégico (PEL) que creó el gobierno durante el 2005. “El Plan Estratégico nos permitirá incrementar la productividad del complejo lácteo bovino y llegar a producir 18.300 millones de litros de leche en el año 2020”, indicó Videla, durante el Congreso Internacional de Productores de Leche en el 2011.

Según detalla este Plan, Argentina se caracteriza (en el 2011) por presentar una estructura primaria conformada por 11.168 tambos; una industria procesadora estratificada, con la presencia de un reducido número de empresas grandes y varios centenares de pequeñas y medianas firmas, que totalizan 848 plantas y un sector de distribución minorista concentrado en las grandes cadenas de hiper y supermercados, que canalizan un 30% de los productos lácteos y un sector de comercios que comercializan el otro 70%.
Lo que el PEL no define en su contenido es lo mismo que en su momento omitió el Plan Estratégico Agroalimentario, el Plan desarrollado para el sector avícola y lo que encubre de fondo la política agraria nacional: quiénes producirán y cómo los 18.300 millones de litros de leche para el 2020.

Década ganada, ¿para quiénes? ¿para cuántos?

Tal como afirmó la presidenta los números nunca mienten. Y es aquí donde se dividen las aguas. Un informe realizado por la Sociedad Rural Argentina el año pasado detalla que la Argentina es el país que tuvo el menor crecimiento en la producción lechera de toda América entre 1999 y 2012, de acuerdo con un relevamiento de la Mesa Nacional de Productores de Leche en base a información de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Con apenas un 8,59% de crecimiento en su producción, la Argentina es relegada por otros países del continente, en un listado encabezado por Perú (72%), Venezuela (70%) y Bolivia (65%). Brasil, con el 63% de alza en su producción, pasó de casi duplicar a triplicar los niveles de la Argentina: en 1999 las respectivas producciones eran de 19,66 y 10 millones de toneladas y en 2012 los valores fueron de 32,09 y 10,85 millones. En el caso de los Estados Unidos, principal productor, con un aumento de un 21%, pasó de 73,8 a 89 millones de toneladas.

“La presidenta se jacta de decir que la lechería también tiene su década ganada y para nosotros fue una década perdida. Se perdieron productores, oportunidades históricas de producción y mercados. No hubo ni siquiera políticas para poder responder a la demanda internacional de leche en polvo. Hay menos de 10.000 productores en todo el país, no llenamos ni siquiera una tribuna de fútbol”, explicó Gustavo Tettamanti, tambero de la localidad de Bigand, provincia de Santa Fe.
La producción en estos últimos años se mantuvo y hasta en algunos momentos aumentó, pero lo más relevante es que del 2002 al 2008 desaparecieron, según datos oficiales, 8 mil tambos en Argentina, quedando en pie 10 mil. Guillermo Giannasi, de la Mesa Nacional de Productores Lecheros, sumaba en una entrevista realizada por SURsuelo en el 2013 que durante dicho año abandonaron la actividad entre 300 y 500 tamberos.

Y la ecuación es bastante sencilla. Hoy un tambero recibe por un litro de leche $2.70 y tiene un costo de producción que ronda los $3.20 o $3.30. “Los tamberos tendríamos que estar recibiendo por arriba de los 3.60 pesos. Nos mantenemos en la producción porque tenemos diversidad en el sistema productivo: hacemos ganadería vacuna, soja, tenemos chanchos. Entonces al tambo lo vamos manteniendo con las otras producciones. Hoy para un pequeño productor desmantelar un tambo y volver a armarlo es imposible. Si te vas, no volvés a entrar y nosotros queremos mantener el capital”, añadió Tettamanti.
En este sentido, el productor sumó que toda esta situación ha empeorado luego de la última devaluación: “la mayoría de los insumos están en dólares, por lo tanto los costos de producción aumentaron un 30%. Sin embargo, a la producción la siguen pagando en pesos con un aumento, en el mejor de los casos, de un 10%. A los únicos que benefició está devaluación fue a los grandes exportadores de comodities que se quedan con toda nuestra renta agraria”.

O es pa’ todos el invierno o es pa’ todos la cobija…

Frente a este panorama es que vale la pena preguntarse ¿para quién ha sido una década ganada? Subsidios, compensaciones, créditos blandos, facilidades para exportar, son medidas que el gobierno nacional decidió tomar sólo para un puñado de grandes empresas que controlan el mercado lechero. SanCor, Mastellone, La Serenísima, entre otras, son quienes no sólo forman precios, junto a algunas cadenas comerciales como ser Coto, Carrefour o Wallmart, sino que además son las responsables de terminar de decapitar a los pequeños y medianos tambos que aún siguen en pie en nuestro país.

Muchos productores se ven obligados a reducir el stock vía disminución del rodeo para poder sobrevivir y es allí donde estas empresas juegan un papel activo adquiriendo esas vacas a muy bajos precios, alentando así el proceso de concentración. “Existe una gran concentración de la cadena en la fase comercial. Los formadores de precios son las cadenas comerciales, entonces son ellas las que siempre ponen las reglas del juego. Las pequeñas y medianas industrias también están muy complicadas”, agregó el tambero con una tradición familiar de más de 86 años en la producción.

Asimismo, a esta situación es necesario sumarle el nuevo fenómeno: desde hace ya varios años, los grandes supermercados empezaron a comprarle la leche a los pequeños tambos para luego venderla como fluida con su propia marca. “La ganancia que están haciendo es exorbitante. Pagan el litro de leche a $2.80, la industrializan y luego la comercializan a $10”, finalizó Tettamanti.
“Este crecimiento no es casual, sino fruto de políticas activas”, afirmó la presidenta de la Nación. Políticas activas para unos pocos que van a contar con cobija para este invierno y para quienes sí ésta fue una década ganada por goleada.

Ediciones de SURsuelo