Miércoles, 01 Octubre 2014 22:26
Cuerpos Reales, Mujeres de Pie
Escrito por Jorgelina Tomasin
La segunda fotohistoria del 2014 trata sobre el Encuentro Nacional de Mujeres, que transcurrió durante 3 días del mes de octubre en la ciudad de Salta
Hablar del Encuentro Nacional de Mujeres, contarlo, retarlo, fotografiarlo. Cada año nos damos cita miles de mujeres en una ciudad determinada para hablar de nosotras, entre y desde nosotras. Pero más difícil resulta hablar desde lo propio, de lo sentido antes, durante y después. Somos miles y miles, que viajamos de distintos lugares, que recorremos diferentes caminos, ideas, para encontrarnos una vez al año en un evento que no goza de una gran cobertura mediática pero sí de la estigmatización y demonización de eso tres días donde parece que sólo puede salir a la luz lo peor del género femenino. Sin embargo sabemos que semejante evento representa uno de los hecho más importantes a nivel nacional porque eventos multitudinarios puede haber muchos, pero miles y miles de mujeres copando enteramente una ciudad no tiene comparación. Redundar en cifras quizá no sirva cuando la tarea es relatar lo que vemos, lo que nos atraviesa cuando estamos ahí. Creo que una de las emociones más fuertes radica en salir a las calles acompañadas, tratando de transmitir algo en común. No queremos que nos maten, no queremos más mujeres víctimas de trata, queremos que el aborto sea legal, queremos ser libres. Mujeres empoderadas, pintadas, desnudas, embanderadas. Mujeres con el pañuelo verde, con la cara tapada, mujeres rebeldes, mujeres seguras de sí, de ese entorno que nos rodea y nos potencia. Caminar las calles, intervenir las paredes, cantar, gritar. Ahí estamos.
Irrumpiendo en la cotidianeidad de una ciudad conservadora, cátolica, con los índices más altos de femicidios. Los balcones y las veredas colmados de vecinos expectantes, algunos enojados, las señoras que nos apoyan, la que nos señala con un cruz como queriendo exorcizarnos. Todos miran, con disgusto o no pero todos saben que algo fuera de lo cotidiano ocurre. Y quizá no entienda qué hacemos ahí, o quizás si. Y no volvemos pensando en si algo de esa inquebrantable vida regida por patrones machistas pueda ser sobrevolada con estos disparadores, con los mensajes que quedaron estampados en las paredes, con los ruidos que quedaron resonando después de esos tres días. Nos volvemos pensando en que algo habremos hecho y seguiremos haciendo para que muchas vidas dejen de perderse y tantas mujeres puedan verse. Y ser otras. Y ser muchas.
Publicado en Fotohistorias