- La Brújula: ¿Cómo llega Brasil y más específicamente el PT a la situación actual?
- Raúl Zibechi: Hay dos momentos importantes para entender cómo se llego a esto: el primero afecta a todos los gobiernos progresistas de la región y es el cambio de ciclo económico que se manifiesta en la caída de los precios de las commodities (la soja, los minerales, etc). A partir de ese momento, la “magia” de Lula, que era mejorar la situación de los sectores populares, sin tocar los privilegios, comienza a ser más complicado. Se corta ese ciclo virtuoso porque no hay superávit fiscal, ni comercial, lo que produce una serie de dificultades: para seguir avanzando con el plan económico con el que gobernaron Lula y Dilma, había que tocar la desigualdad. Y eso es lo que estaba fuera de agenda para ellos. Esto se empezó a manifestar aproximadamente entre 2012 y 2013. Mientras que el segundo momento importante, son las movilizaciones populares de junio de 2013. Estamos hablando de enormes manifestaciones en todo Brasil, donde en 350 ciudades se movilizaron aproximadamente 20 millones de personas, lo que constituye nada menos que el 10 % de la población brasileña.
- LB: ¿Se puede leer esto como un divorcio entre una parte del pueblo brasileño que había apoyado al PT o es otro sector el que salió a la calle?
- RZ: Inicialmente quienes salen a la calle son las bases sociales del PT por un tema muy puntual, que era el aumento del precio del transporte. Pero rápidamente la derecha lee esa situación correctamente (cosa que no hizo la izquierda), y dicen “bueno nosotros también tenemos que salir o quedamos fuera de foco”. Es ahí cuando la derecha se apropia de esas manifestaciones, ante la parálisis del PT, de la CUT (Central Única de Trabajadores) y los sindicatos, y toma la iniciativa política y no la soltaron más en los años siguientes. Ya en las elecciones de octubre de 2014 se elige un parlamento profundamente conservador, en donde las bancadas del negocio agro, de la soja, la evangélica entre otras, tienen mayoría parlamentaria, lo que creó las condiciones para que la derecha pueda pasar a la ofensiva. Por supuesto el gobierno y el parlamento que quedan es un son corruptos, y de derecha, de eso no hay dudas; ahora bien, el asunto es entender por qué se llega a esto, cuando el Vicepresidente Temer (que hoy es Presidente), lo ponen Lula y Dilma, y cuando buena parte de los partidos que gobernaban con Lula se le pasan a la oposición. Ahí hubo un fin de ciclo, por no saber leer que ahí había una conformidad grande, en particular entre jóvenes de sectores populares y clase media.
- LB: ¿Se puede hablar de golpe blando?
- RZ: Yo viví el golpe de estado en Uruguay, en el año 73, y el golpe de estado en Argentina en el 76. La palabra “golpe” es como la palabra “revolución”, ahora se utilizan para cualquier cosa: sale una marca nueva de ropa y dicen “la revolución de la moda” (risas). Creo que las palabras son muy serias y la palabra “golpe” en particular remite a una interrupción, en general violenta, de la legalidad institucional con perseguidos, con muertos, con desaparecidos. Si lo quieren llamar de esa manera, no me voy a oponer, pero ya que me lo preguntaste, llamar golpe de estado a esto, creo que no es lo más adecuado. Es una restauración de la derecha, una decisión que si bien es legal, es ilegítima, en eso estoy completamente de acuerdo y entiendo a los que le llaman golpe. Pero a mí no me gusta abusar de las palabras
- LB: ¿Ve alguna relación con el proceso que destituyó al presidente Lugo en Paraguay, o con el proceso de Zelaya en el 2009 en Honduras o es otra cosa?
- RZ: Si, veo similitudes. Incluso con el triunfo de Macri, donde nadie va a dudar que fueron unas elecciones limpias. Hay un proceso de derechización de las sociedades, de aprovechamiento de las derechas, de una relación de fuerzas distintas a las que había hace 10 años. Insisto, avanzan de forma legal, aunque no legítima, porque no es legítimo que a vos te aumenten el 400 % el precio de los servicios como hizo Macri en Argentina. Todo parte del mismo proceso que estamos viviendo en América Latina, de derechización profunda. Hay una alianza muy fuerte entre clases medias y las derechas, en ciudades que son cada vez más conservadoras porque son sociedades que se han hecho muy consumistas, muy celosas de la propiedad, y eso ha sucedido durante los gobiernos progresistas, entonces esos procesos han llevado agua a los molinos de la derecha.
- LB: De mantenerse éste ciclo de bajos precios de los commodities ¿Puede llegar a generar algún problema a estos nuevos gobiernos? ¿Así como fueron el ocaso de los gobiernos progresistas, pueden llegar a ser también los que terminen con estos nuevos gobiernos?
- RZ: Yo creo que el ciclo de baja en el precio de las commodities, es un ciclo que va a permanecer durante un buen tiempo. El problema de fondo no son los precios de las commodities, si no que nuestras economías dependan de ellas. Entonces tanto con gobiernos conservadores como con progresistas, lo que hay que hacer es salir del modelo de commodities, porque promueve la desigualdad, promueve un tipo de empleo indigno, muy mal pagado, precario. Si uno mira incluso los últimos años de Cristina, había un aumento de desocupación, de pobreza. Lo que han hecho los gobiernos de derecha es profundizar eso y dar un salto espectacular. Si hubiera ganado Scioli, probablemente también hubiera hecho un ajuste, lo que no significa disculpar a Macri ni mucho menos
- LB: ¿Cuál es el rol que los movimientos sociales y las organizaciones populares deben tener en la conformación política de nuestro continente?
- RZ: Los movimientos sociales fueron la clave a principios de la década del 2000, en el cambio de la relación de fuerzas en el continente. Pasa que o bien ya no existen, como fue el movimiento piquetero, o fueron cooptados o se disgregaron, y hoy estamos ante un nuevo tipo de movimientos, quizá no tan masivos pero si profundos: los movimientos contra la minería, contra los efectos de la soja o de las fumigaciones, y a su vez empiezan a aparecer otro tipo de resistencias más tradicionales como las sindicales. Es necesaria una nueva camada de movimientos que apunten a las consecuencias tan nefastas del modelo, que apunten a combatir las enfermedades provenientes del glisfosato por ejemplo. Creo que no se arregla la situación con un luche y vuelve, con luchar un poquito para que vuelvan los gobiernos que fueron desplazados. De lo que se trata es de luchar por un nuevo modelo económico.
Escuchá la entrevista completa:
Fotografía: Am1300.com