Sábado, 26 Diciembre 2015 18:53

Las cerealeras, la devaluación y la soberanía monetaria.

Escrito por  Germán Mangione
Las cerealeras, la devaluación y la soberanía monetaria.

Cada año (con la cosecha gruesa de granos) el pulso del debate económico en la Argentina de los últimos 15 años lo marcó el tira y afloje entre el estado y las exportadoras de granos por la liquidación de divisas. Sin embargo, quizás como nunca esta última semana, quedo tan claro el rol determinante que estas empresas ocupan en la política monetaria local y el poder que implica el definir cómo y cuándo entrará el mayor caudal de dólares al país.

 1 de cada 3 dólares

Los actores principales del escenario devaluatorio, exportadores y estado, suelen jugar sus roles en otras épocas del año. Sin embargo la necesidad del ingreso de dólares a las alicaídas arcas del Banco Central y el apuro del novelísimo gobierno de Mauricio Macri por aprovechar los primeros días de envión (y respaldo) pusieron en marco esta relación en pleno diciembre.

En el periodo que va de 2002 a 2014, los productos del complejo soja nunca representaron menos del 19% del total de las exportaciones argentinas y llegaron a alcanzar topes de 30 por ciento.  Para decirlo de otra manera,  la soja aportó uno de cada tres a cinco dólares que ingresaron al país en este período.
 
En los primeros nueve meses de 2015, según datos del INDEC, el ingreso de divisas generado por las ventas externas de poroto, harina y aceite de soja fue de 15.208 millones de dólares versus 16.520 millones en el mismo período de 2014 (casi un 8% menos), fenómeno que responde a la baja del precio internacional de los commodities y no a una merma de cantidades vendidas, que dicho sea de paso este año fueron records para todocomplejo sojero (en el período enero-noviembre 2015 las exportaciones de poroto, harina y aceite de soja sumaron 37,7 millones de toneladas versus 25,0 millones de 2014 es decir un 51% más).

La sartén y el mango

Los datos son fundamentales para entender el peso que en los últimos años ha comenzado a tener el complejo oleaginoso instalado en las barrancas del Paraná.

Son solo 100 empresas las que en Argentina son responsables del 75 por ciento del total de las exportaciones y de las 25 importantes 12 se dedican a vender al exterior granos, oleaginosas y sus derivados.  En 2015, las retenciones al agro fueron de alrededor de $80.000 millones, el 65% proveniente del complejo sojero.

Como explicábamos en el informe “Que hay detrás de la supuesta pelea del gobierno y las cerealeras”  publicado en febrero de 2104, un poco más de la mitad del volumen exportado del complejo lo explican 4 empresas: Cargill, Noble Grain, ADM y Bunge.

La mayoría de estas empresas son multinacionales, y por dimensión y volumen las principales son de origen estadounidense (Cargill, Bunge, ADM, Alfred Toepfer) con un crecimiento meteorico en estos últimos 5 años de las de capital chino (Nidera y Noble) y la permanencia de capitales europeos como Dreyfus (Francia) , Grupo Moreno (Suiza) y con algún capital nacional como Vicentin (Argentina-Canadá) y Aceitera General Deheza.

La posición dominante de estas empresas en el comercio exterior y por ende en el ingresos de divisas han marcado en los últimos años un enorme poder de presión sobre la orientación de las políticas económicas tanto del kirchnerismo, como lo que se ve ahora más crudamente en el mismo sentido con el macrismo tras la firma del Decreto 133/2015 que oficializó la eliminación de derechos de exportación para los productos agropecuarios y la baja de 5 puntos a los del complejo sojero. Un negocio que se calcula en 3.685 millones de dólares para el conjunto de sectores.

Los mismos de siempre

No es la primera vez que este sector de la economía extranjerizado obtiene grandes beneficios de un plumazo (o decretazo).
En 2008 mientras la épica anticampo ganaba las filas del kirchnerismo, la famosa 125 le regalaba a las cerealeras la diferencia entre lo que le cobran a los productores de soja en concepto de retenciones y lo que verdaderamente liquidan las exportadoras, hecho incluso denunciado por Mario Cafiero y el abogado Monner Sans y que Claudio Lozano cuantifico en la cifra de más de 1.400 millones de dólares que quedaron en manos de las exportadoras a lo largo del año y medio que existió en este desfasaje.

Según explicaba el economista y exlegislador: “lo que debieran ser las retenciones del 44% que a partir del 11 de marzo (2008) se pusieron en vigencia por el famoso decreto de las retenciones móviles, se le cobra al productor pero lo que efectivamente liquidan las multinacionales cerealeras como Cargill, Aceitera Gral. Deheza, Dreifus, Vicentín, Nidera, Bunge y demás, no supera el 24,6% -subrayó- esto significa que por un lado cobran al productor una retención equivalente a la vigente, luego le liquidan al Estado con tasas, criterios y montos muy inferiores”.

Desde el 11 de noviembre de 2007  al 11 de marzo de 2008, las multinacionales en lugar de pagar por 35 por ciento, lo hicieron por 24,3 por ciento, y, desde el 12 de marzo de 2008 (cuando se firmó la resolución 125 que estableció la movilidad por el 44 por ciento) hasta el 15 de junio del mismo año, los pagos por retenciones fueron por el 24,7 por ciento

Denunció además que “en Diputados hicimos una ley que venía a corregir esa maniobra especulativa, pero la agarró en la Cámara alta el Senador Urquía (del FPV y dueño de AGD) y la destrozó”.  
En los años posteriores el kirchnerismo hizo, en cada periodo de liquidación de la cosecha gruesa, la correspondiente pantomima de supuesta pelea soberana.

Incluso Carta Abierta llego a expresar la necesidad de crear una Junta Nacional de Granos y nacionalizar el comercio exterior, sin embargo cuando las negociaciones a puertas cerradas con la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC),(entidades que representan un tercio de las exportaciones argentinas) avanzaron y como cada año se liquidaron los dólares, la supuesta pelea soberana desapareció de los medios y los discursos oficiales tan rápido como la divisa extranjera del Banco Central

Una brutal transferencia de ingresos

El decreto que anuncio el macrismo que elimina las retenciones de la exportación de productos agropecuarios, baja las de la soja un 5% y mantiene un diferencial de 3 puntos con la exportación de productos “industrializados” como el aceite y la harina de soja, sumado a una brutal devaluación han generado una de las mayores transferencias de ingresos hacia los exportadores conocidas en la historia económica reciente.

De acuerdo a estimaciones del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la fundación Mediterranea, estas medidas implican una transferencia de 3.685 millones de dólares para el conjunto de sectores.

En realidad son fondos que el estado “resignará” en su favor. Ese volumen de dinero dejara de llegar al estado nacional y afectara a estados provinciales y municipales a través de la merma del Fondo Federal Solidario, o fondo sojero, constituido por un porcentaje de lo que el estado nacional recibe en concepto de retenciones y coparticipa.

El mismo informe consigna que los ingresos fiscales redirigidos a los sectores agropecuarios se aproximan a 2,5 puntos de ingresos tributarios totales del sector público nacional (a precios y cantidades de 2015), en tanto que las provincias en su conjunto pierden el 30 por ciento de los fondos asociados a la soja, es decir, unos 275 millones de dólares.

Para dimensionar el peso que el complejo sojero tiene en nuestro país basta con observar que esta gigantesca resignación de recursos será sin embargo menor a la que seguirá el cobrando el fisco por la persistencia de las retenciones a la soja (%30), unos US$ 5.000 millones por año.

El que guarda tiene (y define)

¿Pero como lograron los exportadores que los sucesivos gobiernos tomaran medidas tan beneficiosas, incluso en algunos casos a riesgo de perder capital político? Manejando la moneda y el comercio exterior.

La promesa publica, anunciada incluso por Prat Gay, del “aporte” de las cerealeras de 10 mil millones de dólares a las alicaídas arcas del BCRA fueron en ese sentido. El adelanto de retenciones (mecanismo que ya venían usando durante el kirchnerismo de liquidar al fisco meses antes lo que luego iban a exportar) fue un preanuncio del acuerdo del macrismo con el sector. La pregunta que urge es: ¿Qué reciben las cerealeras a cambio? En los silos parece estar la respuesta.

Como consigna el periodista del diario Clarín Matias Longoni, al revisar las planillas de compras, ventas y embarques de cereal difundidas por la web del ministerio de Agricultura (ahora de Agroindustria) los exportadores mantuvieron en su poder miles de toneladas de granos a la espera de condiciones favorables. Condiciones que a su vez generan con ese mismo acopio presionando sobre la falta de ingreso de divisas que empuja medidas como la devaluación. Guardan, presionan y definen.

Algunos ejemplos sirven para dimensionar el negocio. Según la web del ministerio al 9 de diciembre las exportadoras habían comprado 14, 6 millones de toneladas de soja de la cosecha 2014/2015, pero a la misma fecha habían embarcado para exportar alrededor de 11 millones de toneladas. La diferencia, son los 3 millones y medio de toneladas de soja en poder de las multinacionales. Diferencia utilizada como arma de presión sobre el peso y las decisiones económicas argentinas.

En el caso del trigo al 09/12/2015 habían comprado 8,3 Mill Tn de la cosecha 2014/15, contra embarques x 4,07 Mill Tn. En el maíz, a la misma fecha tenían compras registradas por 17,6 Mill Tn, contra embarques x 13,8 Mill Tn.

La ecuación es sencilla. Compraron a los productores cereal barato, con retenciones y con precios en pesos previo a la devaluación, y se preparan para vender con menos retenciones y un mejor precio con respecto al dólar. Un negocio redondo.

Longoni a través de su cuenta de twitter también advierte otros posibles beneficios de este “acuerdo” y pone el ojo sobre el acuerdo por dólar futuro que anuncio economía días previos a la devaluación, ya que hay varias cerealeras que aparecen con posiciones muy agresivas y quieren cobrar, también llama a prestar atención a la devolución de deuda atrasada por IVA, un viejo reclamo que sería en el caso del sector de unos 1.600 millones de pesos y por último observar si se habilita la "importación temporaria" de soja desde Bolivia y paraguay, desactivada desde 2009.

Insaciables

Al furor de optimismo del macrismo tras la llegada al acuerdo, y con ello el ingreso de dólares frescos, sigue hoy el esceptisimo y la precaución.

La promesa de  400 millones de dólares diarios (2000 millones semanales) durante tres semanas, empieza a enfriarse o a llegar a medias. El Banco Central está recibiendo la mitad de los dólares prometidos por las cerealeras y esto ha llevado a que la entidad monetaria no está habilitando divisas a los importadores como había prometido.

¿Por qué no liquidan? Todo parece indicar que quieren más, las empresas parecen no estar  conformes con el valor del tipo de cambio (ayer cerró a $13,95), y conocen su poder de fuego monetario, y han demostrado no tener el menor inconveniente en usarlo para beneficiarse.

Soberanias

Según las definiciones académicas, la SOBERANÍA MONETARIA (lo que en inglés se conoce como monetary sovereignty) es la capacidad que tiene un Estado para decidir y controlar todas las cuestiones relativas al dinero, las operaciones con él relacionadas, la cantidad de éste en circulación, los tipos de interés, el tipo de cambio de la moneda, etc.

En un país dependiente como el nuestro el concepto parece sacado de una película de ciencia ficción y pareciera ser inalcanzable, pero el gran problema no está en las definiciones o los conceptos sino en las consecuencias prácticas que estas políticas tienen.

La dependencia monetaria es un problema que va a atado a otros aspectos de la falta de soberanía, como la alimentaria o directamente la económica. No solo no contralamos el comercio exterior y la divisa, sino que no controlamos nuestra producción, y es desde estos sectores asociados a las grandes potencias desde donde no solo se define cuánto vale nuestro peso sino qué producimos, cómo, cuándo y hasta a quién se lo vendemos.

Las exportaciones argentinas de soja en grano subieron el mes pasado un 345% y  entre abril y noviembre un 72% frente a mismo período 2014/15. Principalmente se dio por crecimiento de la demanada China que en lo que va de 2015 llego  las 8.572.586 toneladas representando un crecimiento del 47,27% con respecto el 2014.  

Más allá del relato industrializador del kirchnerismo antes y del macrismo ahora (con el cambio de nombre de Agricultura a Agorindustria del Ministerio) el país no tiene demasiada injerencia sobre lo que se produce y si China quiere granos sin procesar, eso hacemos y vendemos.
Aquí mientras tanto sufrimos las consecuencias de esos negocios, con una devaluación que recorta los bolsillos de aquellos que perciben ingresos fijos (trabajadores, jubilados, AUH, etc), pero además con la imposibilidad de atender las urgencias de las grandes mayorías.  Porque cuando en política económica se resigna un ingreso, no significa que no existió y no afecta al estado, sino que no se va a contar con ello para otras necesidades.

Así como el último presupuesto de la Provincia de Santa Fe, donde residen la gran mayoría de estas empresas, resignó en concepto de exenciones impositivas a más de 3800 millones de pesos (a la vez que tomo deuda por 2000), suma que hace evidente la falta en cada rincón provincial de presupuesto, donde se han destinado migajas al combate contra las adicciones, la violencia de género o al deporte, la transferencia realizada por el macrismo al sector exportador según explica Claudio Lozano podría, de haberse trasladado al sector el 30% más pobre del país, haber acabado con la pobreza en la Argentina.