Empleados de empresas que realizan trabajos seriados, enfermeros y médicos que cumplen jornadas de trabajo superiores a las establecidas, cajeras de supermercados que deben realizar turnos rotativos u horas extras, malas condiciones laborales, situaciones de estrés, movimientos repetitivos y agobiantes, lesiones y accidentes laborales que generan conflictos de cualquier otra índole; son características comunes dentro del universo laboral que conocemos. A su vez, son distintos aspectos que pueden llevar a una persona a consumir alguna sustancia que lo ayude a sostener un determinado ritmo de trabajo o aguantar una dolencia física.
En el año 2008, un informe emitido por la Coordinación de Políticas de Prevención de Adicciones y del Consumo de Sustancias Psicotrópicas y Drogas con Impacto en el Mundo del Trabajo (CoPreAd), informaba sobre esta problemática. Los datos recabados a partir de una encuesta realizada por el INDEC sobre la Prevalencia de Consumo de Sustancias Psicotrópicas, tomando como referencia a 51 mil hogares de todo el país y a la población entre 16 y 65 años, dio como resultado que la franja etaria mas vinculada al consumo va desde los 16 a los 49 años, siendo estas, las edades productivas de las personas.
Ante esto, la Dirección de Prevención del Impacto de Drogas en el Ámbito Laboral (DIDAL), comenzó a observar la forma en que esas prácticas impactan en los lugares de trabajo. Inició una serie de mediadas para identificar cuáles son las causas y de qué manera son abordados estos consumos por los empleadores. Al entender que es una cuestión social que se da puntualmente en determinado porcentaje de la población, consideraron preciso analizarla teniendo en cuenta el horario en que la persona se desempeña laboralmente, las condiciones en que lo hace y a las situaciones que se dan en su interior.
Al hablar de drogas, se está haciendo referencia tanto a las consideradas legales, como a las ilegales, y a la utilización de sustancias psicotrópicas que afectan el comportamiento habitual del individuo. Su utilización es cada vez más habitual, y sus primeros pasos se remontan a los cambios producidos por las modificaciones del sistema de producción que inician un nuevo camino que transforma rotundamente la forma de hacer medicina, naturalizando el consumo de analgésicos, antiinflamatorios o antigripales, para evitar tener inconvenientes en sus empleos, o el consumo de otras sustancias que permitan un mayor rendimiento laboral.
“Los consumos problemáticos instalados en el mundo del trabajo y en la sociedad, permiten ver que al haber situaciones particulares, algunas voluntarias y otras involuntarias, hacen que un sujeto pase a ser consumidor de sustancias”, indicó Lucía García Blanco, directoral de la DIDAL, al revelar las diferentes circunstancias que viven día tras día los empleados de muchas empresas de la región.
El control laboral y el consumo
La mayoría de los empresarios, cuentan con un servicio médico para asistir al personal ante algún malestar en el horario laboral, o para controlar las licencias que son indicadas por sus médicos particulares. Muchas veces, este servicio, es el que receta algún calmante o antiinflamatorio para moderar el dolor y que la persona pueda continuar con su labor.
En la planta de Generals Motor, se viven situaciones variadas donde se detecta la existencia de un excesivo consumo de medicamentos, fundamentalmente analgésicos por las distintas lesiones musculares, que abundan en el lugar, al tener un trabajo estandarizado, secuenciado o en serie. Para evitar el desgaste de las articulaciones, se realizan rotaciones ergonómicas cada una hora, aunque, en muchos casos, la fatiga de los músculos o los tendones, se da igual. El problema radica cuando ante la consulta con el médico laboral, no se procede de la forma correcta, por el contrario, quien debe evaluar si se trata de una lesión profesional, un accidente o algo ajeno a la profesión, no lo hace, ya que tiene la orden de informar hasta un determinado número de denuncias a la Aseguradora Riesgo de Trabajo (ART), para que la empresa no tenga que pagar una alícuota mayor.
“Todos andan lesionados de los hombros y ellos descartan la lesión. Te dan algún calmante vía oral o inyectable, como por ejemplo Diclofenac, para que puedas volver a la línea de trabajo, fundamentalmente en épocas donde hay mucha producción”, cuenta uno de los empleados, y agrega que la situación que se vive actualmente en la planta está generando muchas situaciones similares. “Hay retiros voluntarios por un nuevo proyecto que necesita menos personal, y usando eso nos están asustando con la idea de perder el trabajo. Por eso, si nos sentimos mal, somos nosotros mismos los que preferimos ir a trabajar igual y aguantarnos el dolor. Eso hace que nos automediquemos o que tengamos que ir a la mitad de la jornada a hacernos atender por los médicos de la planta para que nos den algo para poder seguir trabajando”.
La referente de la DIDAL, aclaró que esto se repite en muchos ámbitos de trabajo, y para explicarlo da el ejemplo una persona que al padecer determinados dolores por la tarea que realiza en su trabajo acude al médico laboral, y este le receta un calmante o un antiinflamatorio. “Luego de quince días cuando el organismo hizo tolerancia, el mismo médico, en vez de ordenarle estudios o un cambio de tarea, le sube la dosis recomendada. Así, sistemáticamente hasta llegar a un momento en que la persona, aunque se jubile o no realice mas esa labor, queda dependiente de la medicación, creando, de esa manera, un consumo problemático, fundado dentro del ámbito del trabajo”.
Desde la Dirección, no discuten sobre el consumo, sino que trabajan en relación a su impacto. Entendiendo que existen tres situaciones que engloban este tema: primero, el que ocurre dentro del marco laboral, que es más fácil de identificar; segundo, los consumos que se hacen fuera, y por último, los que afectan al trabajador por tener un familiar, un amigo o compañero con esta problemática. Sea cual fuera el caso, afectan de una manera u otra su desempeño profesional.
Entre los consumos que se presentan por fuera del lugar de trabajo, Víctor Seguro, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario y ex médico de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), habló sobre el uso de los psicofármacos. "Las benzodiacepinas, el Clonazepam, Loracepam, Alprazolam y todas las zolam que existen, abundan en el mercado de consumo. No es lo mismo ir a trabajar a un lugar que tiene accidentes riesgosos con una benzodiacepina encima. Obviamente aumenta el riesgo de sufrir un accidente, ya que se enlentece el pensamiento, hay mayor tendencia al sueño, entre otros síntomas", señaló, para hacer un panorama del impacto que pueden generar estas drogas en la jornada laboral. Su consumo lo ubica por fuera del lugar de trabajo, ya que es “muy raro que el servicio médico recete estos medicamentos, pero sí es muy común que el resto del sistema de salud los indique”.
En relación al uso de las sustancias psicotrópicas, Seguro, argumenta que “la sociedad de consumo genera un grado de ansiedad constante que produce este tipo de cosas”. Son muchas las empresas donde se consumen drogas ilegales para poder llegar a cumplir la jornada completa. “La historia es siempre la misma, las empresas quieren producir más con la misma cantidad de personas, no importa si estas roto o no”, cuestión que, según sus palabras, genera el aumento de este tipo de sustancias en los ámbitos laborales, porque les exigen un mayor grado de producción, pero no solo dentro de la fábrica, sino también en lo que implica tener que trabajar más de un turno, con horarios rotativos y “cuando se quieren acordar deben volver a trabajar”.
En Generals Motors, esto también sucede, no en todos los sectores pero sí en los de ensamble o producción, donde “la línea esta todo el día al palo, no tenés ni un segundo de descanso, no se para nunca. Es la línea la que maneja los tiempos y sino estas bien despierto no llegas a hacer el trabajo que te corresponde, además de demorar alguna estación, lo que hace que se frene todo el recorrido. Como en esos sectores están los gerentes y los jefes, te llaman la atención. Es inevitable y muchos buscan rendir de alguna manera”, comento un trabajador de la planta, que no dejó de lado lo que significa tener que trabajar nueve horas completas en horarios rotativos las 24 horas del día.
La nueva medicina de la mano del sistema productivo
“Antes de la reforma industrial, cualquier tipo de enfermedad tenía un tiempo de reposo, basado en la denominada cuarentena. Estaba comprobado que un proceso inflamatorio normal del cuerpo tardaba en reparar una lesión aproximadamente entre treinta y cuarenta días. Por eso mismo se indicaba el reposo. Luego, eso iba a contramano de lo que se necesitaba en aquel momento, que era tener gran cantidad de producción y que el personal este activo para generarla”, indicó Víctor Seguro, para explicar cómo surge la nueva medicina, y de qué manera ayudó para acortar esos tiempos evitando que la población esté en reposo.
Es así como comienza a implementarse la utilización de los fármacos para aliviar dolencias físicas o enfermedades, a favor del bienestar económico de una empresa. Partiendo de la base que la salud no está al margen de los sistemas económicos, por el contrario, “siempre estuvo para resolver y acompañarlo. Con toda una superestructura que lo ayude a sostenerse”.
El artículo 3 del Decreto Nº 1338/96 de Higiene y Seguridad del Trabajo indica que los establecimientos deberán contar, con carácter interno o externo, con Servicios de Medicina del Trabajo y de Higiene y Seguridad, los que tendrán como objetivo fundamental prevenir, en sus respectivas áreas, todo daño que pudiera causarse a la vida y a la salud de los trabajadores por las condiciones de su trabajo, creando las condiciones para que la salud y la seguridad sean una responsabilidad del conjunto de la organización”. Ante esta disposición, los empleadores tuvieron que contratar un servicio médico que debía velar por la seguridad de sus trabajadores, pero años después, su función ha sido modificada, al no ser un servicio brindado para el empleado, sino para su empleador.
El ex médico de la UOM, expresó que el servicio laboral, interviene antes de que se emita una denuncia a la ART, filtrando algunas, para evitar que suba el precio que la empresa debe pagar a la aseguradora, ya que una entidad con mayor riesgo, debe abonar importes más altos. Por otro lado, indicó que las drogas más utilizadas son los “aines”, es decir los analgésicos, antiinflamatorios o antisépticos, que cumplen la función de reducir el síntoma, y también se utilizan los corticoides, al actuar rápidamente para extender la ausencia del dolor hasta por 48 horas. Las utilizan para que la persona resuelva su malestar y vuelva a trabajar. Con estos mecanismos de control laboral, se deja de lado que “el dolor en el cuerpo actúa como una alarma, esta avisando, mediante el síntoma que algo está sucediendo, no lo hace para que lo apaguemos con un medicamento.
Por eso, después aparecen un montón de lesiones como las hernias, las lumbalgias, tendinitis de hombro, de codo o de muñecas. Cada una de ellas, enfermedades laborales muy frecuentes por el tipo de trabajo realizado”.
Objetivos perseguidos por la DIDAL
La dirección fue creada en el 1º de febrero del año 2010, mediante la Resolución Nº 132 del Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social. El objetivo principal era la formación de un espacio interdisciplinario para elaborar políticas públicas, desplegar programas, asesorar, capacitar e investigar sobre el consumo problemático de drogas que impactan en el ámbito laboral.
En el artículo 4 de esta norma, se establecen las acciones que debe llevar adelante. Las mismas están vinculadas a: planificación e implementación de actividades que permitan una adecuada prevención del consumo de drogas, realización y participación de investigaciones y capacitaciones vinculadas a la temática, asesoramiento a las organizaciones sindicales, empresariales y organismos públicos sobre la problemática, apertura de espacios de diálogos y promoción de convenios de colaboración con los agentes involucrados; entre otras.
Desde el Ministerio de Trabajo, brindan cursos de capacitación de formadores para que en cada ámbito, queden personas con conocimientos específicos sobre qué hacer ante situaciones de emergencia en un primer momento, hasta derivarlo a una asistencia médica definitiva. “Por eso es importante entenderlo como un problema de salud”, indicó su directora.
El programa deja en claro que no es solo un problema de responsabilidad social empresaria, sino contractual, que está reflejado en el artículo 75 de la Ley de Contrato de Trabajo. Además se entiende como un problema que afecta de igual manera a los empresarios y sindicatos, por lo cual, debe ser solucionado en conjunto. Para lograrlo, el organismo lleva adelante tareas de asesoramiento e insisten en “el acercamiento de las partes para elaborar políticas comunes que se puedan aplicar con consentimiento y conocimiento de todas las partes”.
Ausencia de compromiso
Pese a la problemática que representa este tipo de consumo, las empresas no lo trabajan. Habitualmente, cada seis meses se realizan los controles de rutina que las ART exigen a sus clientes, entre los cuales también se efectúan controles esporádicos o hisopados para detectar drogas o alcohol en sangre. “Si llegan a dar positivo, la empresa te dice que te vayas a tu casa o te sugiere una visita con algún psicólogo, pero solo hace eso, no da ningún tipo de asistencia”, manifestó Seguro.
Son los sindicatos los principales interesados en dar solución y capacitarse sobre el tema. Actualmente, desde el Ministerio de Trabajo se han firmado 70 convenios con empresas, sindicatos, federaciones y confederaciones, que, según García Blanco, han sido los que realmente se han comprometido en estos años. Si bien hay empresarios que lograron entender la necesidad de trabajar en forma conjunta, hay otros que lo dejan totalmente de lado.
“La empresa siente que pierde dinero con estas políticas, pero el sindicato pierde vidas. Por eso están comprometidos con la concientización, la formación, la ampliación de los servicios de las obras sociales para tener especialistas en la materia, o en respaldar los derechos del trabajador para que pueda mantener su puesto laboral hasta terminar el tratamiento”, explicó, agregando que el compromiso de la empresa debería ser igual, aunque no es así.
Escuchá la entrevista con Lucia García Blanco - directora del DIDAL
2015-10-22│Consumo problemático en el ámbito laboral│Lucia Garcia Blanco- Directora DIDAL by La Brújula De La Mañana on Mixcloud