“Game, set and match”. El árbitro había dictaminado la sentencia. Andy Murray acababa de vencer a Juan Martín del Potro en cuatro sets y ganaba la medalla de oro. En el camino a la final el tandilense, que venía de una prolongada inactividad, había vencido a Novak Djokovic, número 1 del mundo, y al temible Rafael Nadal entre otros, logrando una carga épica en cada partido. Sin embargo, el desgaste físico pasó factura, cosa que aprovechó el británico, un animal del tenis, que logró su segunda medalla dorada consecutiva. John Inverdale, periodista de la BBC se acercó al campeón y preguntó:
- Sos la primera persona en la historia en ganar dos medallas de oro en tenis. Es una hazaña extraordinaria, ¿no?
El tenista se tomó un segundo en responder. Miró a un costado, quizá buscando alguna forma amable de decir lo que acababa de pensar. Y esputó: “No, de hecho Venus y Serena (Williams) tienen cuatro cada una”. Game, set and match
La igualdad de género sigue siendo un desafío en los Juegos Olímpicos. Si bien han ocurrido avances significativos en las últimas décadas, incluso con la paridad de género en algunas naciones, esto no garantiza que sus logros sean adecuadamente visibilizados y valorados, que no sean estereotipadas por género, percibidas como objetos deseables con atención en su vestimenta, desvalorizadas por la prensa, por los organizadores y por la publicidad. Hay deportes en los que logran mayor cantidad de medallas que sus colegas masculinos y son retribuidas con menores montos salariales o de financiación, entre otras aristas del problema.
Con el objetivo de mostrar el problema y promover un cambio, se creó en Argentina un Observatorio de Género de los Juegos Olímpicos “La idea es aprovechar el evento para visibilizar en el deporte las mismas dificultades que hay en la cultura y también en los ámbitos laborales”, afirmó Georgina Sticco, co-cordinadora general y responsable de tecnología y datos de la organización. “Quisimos aprovechar este momento donde todo el mundo está mirando los juegos, así tiene más impacto”.
El Observatorio lo conforman dos organizaciones que venían trabajando en conjunto hace un tiempo: “Un pastiche” que aborda específicamente temas de comunicación y género; y “GROW, género y trabajo” (de la que Sticco es co-fundadora) que está más enfocada en visibilizar aquellas problemáticas que hay a nivel cultural que evitan u obstaculizan el desempeño de la mujer en el ámbito laboral. La organización cuenta con tres ejes: una radiografía sobre la desigualdad de género en la participación de las mujeres latinoamericanas; un monitoreo de la representación de las atletas y equipos femeninos en los medios latinoamericanos; y una promoción de denuncias y reclamos sobre la representación de las mujeres en la cobertura mediática.
Participación femenina
En los primeros Juegos Olímpicos de la historia, realizados en Atenas en 1896, las mujeres no tenían lugar en las competencias. Ya en el siguiente, celebrado en París en 1900, la representación femenina era apenas del 2%. No obstante, competían en aquellas disciplinas que eran consideradas acordes a la “naturaleza femenina”, como golf y tenis. Hoy por hoy, del total de atletas que están en Rio 2016, el 38% son mujeres.
“El número fue aumentando porque fueron aumentando los deportes en que la mujer podía participar”, expuso Sticco. “A medida que fueron avanzando los años, se fueron abriendo las posibilidades: por ejemplo recién en 1995 el Comité Olímpico dijo que cualquier deporte que ingrese, lo tienen que disputar tanto varones como mujeres”, agregó.
Al día de hoy solamente hay una disciplina en la cual las mujeres no pueden participar, que es la lucha grecorromana; todo un absurdo dado que dos de los deportes con mayor número de representantes mujeres son el levantamiento de pesas y la lucha libre. “Sucede que hay deportes que están considerados femeninos, que encima se llevan más tiempo de pantalla, no son los más representativos en cuanto a la participación”, sentenció.
Argentina es una de las delegaciones con más mujeres, aunque ese dato no es del todo alentador. “Cuando estamos hablamos de la participación de la mujer, no solamente hay que hablar en términos absolutos de cantidad sino también en porcentaje. Si bien Argentina es una de las delegaciones que tiene más mujeres, es menor el porcentaje en comparación con el resto de América Latina; donde el promedio es del 38 %, mientras que en nuestro país es apenas un 35%”, explicó.
A la vista de todos
El monitoreo de los contenidos producidos durante los JJOO 2016 dará un panorama de la cantidad de deportistas que aparecen en los medios de comunicación y la manera en que fueron representados. Así se observa en cómo se comparten las noticias de la nadadora húngara Katinka Hosszu que “le debe la medalla a su marido”, realizando un análisis machista del logro de la deportista. O la nota de TyCSports sobre la “chica de remera negra y pantalón blanco que se llevó todas las miradas”, que ni siquiera tiene nombre. Ni hablar del Diario Olé y sus “Muñecas suecas”, tal como definió a la delegación de ese país. Eso, muñecas, objetos.
Del total de notas que salieron para los Juegos Olímpicos referidas a las mujeres, la mayoría hace hincapié en el atractivo físico. “No es un concurso de belleza. Eso es algo que no se entiende en los medios” afirmó Georgina. “Para los medios, las mujeres están ahí para ser miradas, y ese es el problema. Cuando vos estas poniendo a la mujer en ese lugar, estas poniéndolo como un objeto. Son deportistas, lucharon mucho para llegar ahí, hablame de sus hazañas deportivas, no de su belleza. Además ¿qué pasa con aquellas que no cumplen con esas características que hacen que el periodista piense que son bellas? No las nombras. No hay notas sobre esas mujeres” agregó.
La lucha se hace cuesta arriba cuando los mismos organizadores establecen diferencias entre hombres y mujeres: el precio de las entradas es el mismo en casi todos los deportes, a excepción de algunos como el basket, donde cada ticket para ver a los varones es 5 veces más caro que seguir los partidos de las mujeres (350 reales a 70 reales); o el voley, donde las entradas tienen igual valor, salvo en la final. “Esto excede a los Juegos Olímpicos, porque también pasa en Wimbledon por ejemplo”, aseguró Sticco. “Uno de los casos más emblemáticos es el de las futbolistas norteamericanas, que cuando ganaron el Mundial cobraron lo mismo que sus compatriotas que perdieron en octavos de final. En muchas partes del mundo se está discutiendo esto. Jugamos a lo mismo, tenemos que cobrar lo mismo".