La deuda externa Argentina es la “deuda que configura la mayor estafa en la historia de los argentinos”, sabía decir el periodista Alejandro Olmos, que el 4 de abril de 1982 presentó ante la justicia un primer expediente, de muchos otros que entregaría exhaustivamente, acerca de la investigación de la deuda externa Argentina contraída desde el inicio del último golpe de estado hasta su muerte, en abril del año 2000. Olmos llega a esgrimir una causa, que consta de 28 cuerpos y de 6333 hojas, donde demostró 467 irregularidades en lo vinculado a nuestra deuda externa durante sólo 24 años, de 1976 hasta el 2000. La causa pasó por 4 jueces que no se molestaron en tratarla, hasta que el juez federal Ballesteros, meses después del fallecimiento de Olmos, falla a favor de la denuncia del periodista, tratando a la deuda de "ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta", pero el congreso se negó a tratarla alrededor de 40 veces.
La investigación continuó y continúa adelante nada más ni nada menos que por el hijo de Alejandro Olmos, Alejandro Olmos Gaona, que en el pasado jueves 26 charló con la Brújula de la Mañana, programa radial matutino de la Fm Wox, 88.3 Mhz.
Olmos Gaona, de amplia trayectoria, hoy es asesor del diputado nacional Fernando "Pino" Solanas, miembro del Consejo Asesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Santa Catarina de Brasil, profesor de la cátedra de deuda externa de la Facultad de Derecho de la UBA e investigador e historiador en torno al tema de esta deuda que califica como “perpetua”.
En contacto con la Brújula y consultado sobre el mecanismo irresponsable y fraudulento que ha sido la contracción de la deuda, manifestó estar agradecido por la entrevista ya que se trata de “contar algunas cosas que generalmente ninguno cuenta”. Dijo que luego del fallo de Griesa a favor de los ‘buitres’ “los únicos que hablan –en los medios masivos de comunicación-, primero son los economistas, y en segundo lugar son los mismos que han sido partícipes de todo el proceso que hoy estamos pagando. Y por supuesto dicen las mismas cosas: que hay que volver a la deuda, volver a las inversiones extranjeras, volver a siempre lo mismo”.
Olmos Gaona lleva los mismos reclamos que su padre, como el de la falta de transparencia de lo que se hace con el dinero que ingresa prestado al Banco Central, como el desconocimiento u ocultamiento por parte de las mismas autoridades nacionales, como el Banco Central y en Ministerio de Economía que “se pasan la pelota uno al otro” a la hora de entregar informes de cuál es el monto que se le debe a los bonistas, o la falta de tratamiento por parte del Congreso de si la deuda debe o no pagarse y en qué proporción.
Está claro que hay un desconocimiento muy grande de una multitud de argentinos con respecto al pago de la deuda, los cuales entran en un razonamiento arengado por los medios de comunicación sobre que ‘si se le debe al kiosquero, hay que pagarle’. Pero si algo quiere demostrar esta causa callada es por qué justamente a muchos de esos kiosqueros no hay que pagarles.
El caso emblemático de Ecuador en donde Olmos Gaona fue asesor del Ministerio de Finanzas de Rafael Correa en la investigación de la deuda: “Si Correa hubiera contado con el apoyo de los países latinoamericanos podría haber, no pagado el 30% que pago, sino haber hecho un escándalo internacional mostrando en los tribunales del exterior lo que había sido todo el proceso”.
Nada de los argumentos que hoy se utilizan son nuevos, ¿Cómo lo ves desde la perspectiva histórica?
Son los mismos de siempre. Cuando comienza el proceso de deuda, en la década del '70 fundamentalmente durante la dictadura cívico-militar, los argumentos del ministro Martínez de Hoz eran que había que abrir la Argentina a la inversión extranjera, porque eso iba a generar riqueza, porque la industria se iba a desarrollar, porque se iba a terminar con los históricos déficits de la Argentina. Por supuesto el resultado de toda esa política determinó que el gobierno militar recibiera una deuda, pagable, de 8.000 millones de dólares, y la convirtiera en casi 44.000 millones.
Después vino el gobierno de Alfonsín, que dijo 'vamos a pagar la deuda que sea legítima', y ahí hubo un ministro de economía, su primer ministro, Grispun, alguien injustamente olvidado, que dijo, 'primero vamos a auditar la deuda privada, -que era la mitad de la deuda pública, es decir eran 23.000 millones de dólares en el año 1984-, y vamos a hablar con el Fondo Monetario de otra manera, no como estamos acostumbrados a hablar'. Por supuesto, el pobre Grispun con esos criterios de ciudadanía duró apenas un año y medio, porque la investigación que ordenó en el Banco Central de la deuda privada demostró que era absolutamente ficticia. Es decir, que las grandes empresas argentinas y extranjeras habían tomado deuda que fueron engordando la deuda nacional a partir de la segunda mitad del año '81; continuaron en el '82. A partir de ahí el Estado tuvo que hacerse cargo de la deuda, reciclándola y refinanciándola a perpetuidad.
¿Por qué algunos ocultan que estamos pagando la misma deuda de antes?
Hay una ficción y es que pareciera que hay dos deudas. La deuda de la dictadura, que supuestamente se habría pagado, y la deuda que se contrajo en la década del '90. Lo que pasa es que las investigaciones que hay en la justicia federal, a través de pericias, testimonios oficiales, informaciones del Banco Central y del Ministerio de Economía, dejan claramente acreditado que la deuda de hoy es la misma deuda original permanentemente refinanciada. No es que se canceló y empezamos a tomar deuda. A través del análisis de lo que fue la década del '90 esto está claramente, y a través de los propios decretos del presidente Menem, está claramente visto como, para pagar la deuda vieja había que entrar en deuda nueva, es exactamente lo mismo. Lo que pasa es que los economistas juegan con estas cuestiones de "deuda nueva", "deuda vieja" y por otro lado, en este momento, nadie habla de esa deuda privada de las empresas, porque precisamente los empresarios son los que están desfilando por los canales y por los medios periodísticos para decir que no, que el gobierno tiene que arreglar porque esto significaría que no podemos acceder al crédito. Los mismos que han defraudado al Estado, en este momento están en los medios rasgándose las vestiduras por actitudes del gobierno, a ver qué hace el gobierno y pidiendo que se pague.
¿Qué respuestas reciben cuando piden informes sobre qué se está pagando?
Cómo vamos a recibir nosotros mismos información, si no la han dado a los jueces federales. En la causa que inició mi padre en el año '82 y que siguió adelante, los jueces reiteradamente le pedían al Ministerio de Economía y al Banco Central, informar el stock de deuda, que mandaran los contratos. Nunca mandaron nada y siempre la respuesta era invariable, 'no tenemos documentos, sólo información estadística sin valor contable'. Eso fue en el '84, en el '86, en el '89, en el '92. Hasta que, lo más reciente que muestra el absurdo, y por supuesto de esto nadie habla, es que, siendo yo asesor de Pino Solanas, presentamos un pedido al Ministerio de Economía, para que nos dijeran cuánto era la deuda al Club de Paris, a qué respondía, cuáles eran los contratos, los deudores, los acreedores. El Ministerio de Economía, en una nota oficial, contestó que ellos no tenían nada, que todo lo tenía el Banco Central porque el Banco Central había intervenido en todo los procesos de renovación del Club de Paris. Entonces le pedimos oficialmente al Banco Central que nos mandaran los papeles y el Banco Central nos contestó que no, que ellos tampoco tenían nada, que se lo habían mandado al Ministerio de Economía. Entonces claro, teniendo dos notas oficiales, de dos organismos del Estado, donde uno dice una cosa, el otro dice otra cosa y se pasan la pelota uno al otro, uno qué puede pensar: o que están ocultando algo, o que no quieren mostrar los papeles. Entonces iniciamos una acción de amparo ante la justicia federal para que el Banco Central dijera por qué había mandado los papeles y qué había mandado. En ese momento, se comunica conmigo la directora de asuntos legales del Banco Central, para decirme que efectivamente habían buscado y no tenían nada, que ellos ya habían mandado todo a Economía, entonces, sorpresivamente, a los pocos días recibimos una nota oficial del Banco Central, adjuntando una nota que había enviado Economía y qué decía que efectivamente les mandaron 'algunos' papeles pero como no estaban debidamente sistematizados, no sabían dónde fueron y lo único que habían podido encontrar eran unas listas en papel continuo, de empresas nacionales y provinciales, cuya copia adjuntaban. Nos mandan una lista de supuestos deudores pero ni una palabra de los montos, ni una palabra de que esto respondía a tal préstamo o a tal contrato. Entonces claro, cómo puede negociar un ministro de la Nación, un acuerdo con el Club de Paris, sobre la base de la nada.
¿En eso consiste la denuncia que presentan junto a Fernando Solanas contra Kicillof?
Exactamente. Fundamentalmente porque la Constitución Nacional en el artículo 75, incisos 4 y 7, establece que el Congreso Nacional es el único habilitado para contraer empréstitos y arreglar la deuda. Entonces si el ministro Kicillof va y negocia, lo menos que puede hacer es llegar al Congreso. Ahora los debería haber llamado para informar esto de los buitres, y decir bueno, miren, hemos firmado este acuerdo, vamos a pagar de esta manera. No sólo no lo han hecho, sino que el jefe de gabinete de ministros, Jorge Milton Capitanich, dijo que no iban a entregar ese acuerdo al Congreso. Entonces, cuando un gobierno se maneja con esas pautas de secretismo, de no se sabe nada, y donde además hay otro hecho diríamos, para usar una palabra prudente, curioso. Cuando uno se fija en las estadísticas públicas al 30 de septiembre del año pasado, en el Ministerio de Economía, en el sitio web -lo puede consultar cualquier ciudadano-, ahí dice que la deuda del Club de Paris, con intereses incluídos, al 30 de septiembre, era de 6.000 millones de dólares. Si esa deuda, con intereses, era de 6.000 millones, tendrán que justificar por qué ahora son 3.700 millones más, el 50% más en unos pocos meses. Tampoco lo han explicado, y otro elemento a tener en cuenta es que en la última ronda que se hizo en el '92, con el célebre Cavallo, el Club de Paris dio casi 14 años de plazo para pagarla y los intereses punitorios disminuyeron. Ahora no, ahora aumento un 50% lo que debíamos hace unos meses.
Cuando se habla de desendeudamiento se ven estadísticas del Ministerio de Economía y estadísticas privadas y pareciera que se toman números diferentes, ¿tiene que ver con una diferencia técnica entre deuda pública y deuda privada?
No es una diferencia técnica. Acá hay una cuestión ideológica donde cada uno se quiere posicionar. Cuando el gobierno dice, correctamente, la deuda -en relación al PBI- en el año 2001 era de 266% el PBI y ahora es del 45%, uno piensa, evidentemente la deuda bajo. Lo que no dice el gobierno, es que el PBI del año 2001 era 90.000 millones de dólares, y ahora es de más de 400.000 millones de dólares.
La deuda en términos absolutos subió, no es que bajo sino que el PBI subió. Para explicarlo, es como si una persona que gana $10.000 tiene una deuda de de $5.000 que representa el 50% de lo que gana, y de golpe le aumentan a $20.000 y la deuda que tiene de 5.000 pasa a 8.000. La deuda crecio, lo que pasa es que la persona tiene más posibilidades de pagarla. El otro argumento es que casi el 58% de la deuda está en manos del Estado, o sea, es una deuda intra Estado, el Estado se debe a sí mismo, en consecuencia sería una deuda que no posee dificultades.
Entonces qué pasa, la ANSES, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, le da al gobierno para que pague a los acreedores privados una deuda trucha, el Banco de la Nación le da también dinero al Estado y el Estado le entrega bonos, por supuesto es mucho más fácil bicicletearle la deuda a los jubilados. Pero eso no quiere decir que esa deuda no deba pagarse porque los jubilados no tienen por qué asumir los costos del endeudamiento.
Por otro lado se ha llegado al extremo de que acá indudablemente el orden jurídico no interesa. Los economistas directamente ni hablan de lo que es la ley, simplemente hacen números. El Fondo de Garantía de Sustentabilidad no puede tener más del 50% de títulos públicos, en este momento tiene 61%, y ya no tiene posibilidad de seguir prestando, y por otro lado, cuando ahora se habla de pagar, no sé con qué va a pagar el gobierno.
Por qué digo esto, porque el Banco Central tiene, supuestamente, 28.000 millones de dólares de reservas, a eso hay que sacarle 7.000 millones que son el encaje bancario, y hay que sacarle 8.000 millones de préstamos que le han dado otros bancos del exterior, quedan 13.000 millones. Este año, por ley de presupuesto la presidenta de la Nación ha decidido pagar 9.855 millones de dólares de todos los servicios de la deuda. Si a 9.855 le sumamos los 1.500 millones de lo que está ejecutando el juez Griesa y los supuestos otros juicios que van a venir, yo no sé con qué el gobierno va a afrontar esta deuda. Indudablemente la realidad económica, que no tiene nada que ver con lo que a veces dicen los medios, es esta, porque lo que yo estoy hablando no son cifras inventadas por mí, son balances oficiales y de las cifras que surgen del Ministerio de Economía.
Da la sensación que no tienen el mismo tratamiento, el resto de los bonistas que tendrían el mismo objetivo -el de especular con bonos de países como el nuestro-, ¿hay buitres buenos y buitres malos?
Pareciera que los buitres buenos son los que negocian con el gobierno, por eso no son buitres, y los buitres malos son estos. Y por otro lado, hay un problema realmente grave que también se oculta y es que por qué se defiende tanto a los que entraron en el canje, a ese 92%. Porque son los grandes bancos, porque el último canje fue hecho por el Deutsche Bank, por el City Bank, que son grandes instituciones financieras que también compran bonos a menor precio y después, con una negociación con el gobierno, le reconocen casi el doble de lo que pagaron. Pero claro, como son las grandes instituciones financieras del sistema, hacen el papel de señores elegantes que llegan hasta un punto para negociar con el gobierno.
¿Pero el objetivo es el mismo, comprar bonos en países que pasaban situaciones como la de Argentina en 2001, para poder generar ganancias a través de eso?
Exacto, por otro lado, es decir, esto a mí no me consta, pero hay referencias de que, muchos funcionarios del gobierno han comprado bonos y por eso han forzado el canje en el 2010. Este último canje, que es materia de una investigación en el juzgado federal del doctor Ariel Lijo, fue sugerido, estructurado y armado por una consultora manejada por dos personas ligadas a las finanzas internacionales que arreglaron con el que en ese momento era ministro de economía, Amado Boudou, todas las posibilidades de abrir el canje para que la Argentina determinara la reestructuración de su deuda. Pero estos señores no son inocentes personajes que querían favorecer al país, querían hacer un flor de negocio, tal es así que arman una consultora con $12.000 de capital para ofrecerle al gobierno un canje de 20.000 millones de dólares, quién se come esto. Lo que pasa es que claro, como el gobierno finalmente arreglo, como entraron alrededor de 12.500 millones de dólares en este canje y se completó este stock del 92% y bueno, hemos hecho grandes negocios, hemos arreglado con los grandes agentes de las finanzas internacionales, entonces todo sigue bien. Lo que no imaginaron, que por esta pequeña cosita en el juzgado de Griesa, iba a venir esta tormenta y esta catástrofe.
A su criterio, ¿se puede hacer otra cosa hoy con la deuda externa de la Argentina?
En este momento hay dos alternativas. O paga, pero como no tienen va a tener que recurrir al crédito, o sea, volver a endeudarse, cosa que no han querido hacer, supuestamente. O, declara un default generalizado: hace un replanteo general de la operación y dicen: ‘bueno señores, ahora voy a hacer una auditoría de la deuda, voy a empezar de nuevo a ver cómo fue esto y vamos a tratar de negociar en otras condiciones’, que eso es lo que hizo Rafael Correa en Ecuador.
Ahora, por supuesto cuando uno habla de default… Ayer, cuando escuchaba a los medios, decían que todo esto va a traer consecuencias catastróficas, que el mundo se va a acabar ante el default, y el mundo no se acabó en el 2001 cuando Rodríguez Saa declaro el default, a Correa tampoco se le acabo cuando el 12 de diciembre decreto el default. Pero acá parece que sí, que no hay otra alternativa. ¿Por qué no hay otra alternativa? Porque esto es lo que invariablemente han dicho desde 1978 hasta ahora. No hay otra alternativa que pagar, volver a endeudarse, seguir pagando, y así indefinidamente hasta que bueno, es el sistema, no podemos salir del sistema, tenemos que insertarnos en el mundo, eso significa deuda perpetua y así nos va.
Ud. fue asesor en el Ministerio de Finanzas de Ecuador, y asesor del presidente de la república, Rafael Correa, en ese momento, para esta comisión que auditaba la deuda, ¿cuáles fueron las principales dificultades de hacer ese trabajo?
Hubo dificultades porque a pesar de ser un decreto del presidente había organismos del Estado que no nos daban documentos, querían ocultarlos porque había toda una estructura de funcionarios que habían pertenecido a esos gobiernos, entonces no querían verse involucrados. A pesar de eso, a pesar del corto tiempo, pudimos encontrar lo que fue todo el proceso canallesco, las cartas amenazadoras, los lobbies, las intervenciones de los bancos.
Si Correa hubiera contado con el apoyo de los países latinoamericanos podría haber, no pagado el 30% que pago, sino haber hecho un escándalo internacional mostrando en los tribunales del exterior lo que había sido todo el proceso. No pudo hacerlo por las limitaciones económicas del país, por el tamaño del país, y fundamentalmente porque no contó con el apoyo de nadie.
Por el hecho de pagar esta deuda, falta saber los efectos, más allá de lo económico...
Impactos en materia ambiental, social, en materia de los problemas derivados de la falta de vivienda, el crecimiento de la pobreza. Porque claro, cuando uno paga deuda en forma permanente y sistémica, todos esos recursos se sustraen a la inversión interna. Y como Ecuador, durante 40 años estuvo permanentemente pagando, el país se seguía empobreciendo, y ahora nosotros pagamos alrededor de 11.000 millones de dólares anuales, en concepto de deuda. No creen que si esa plata se invirtiera al mercado interno, Argentina podría estar de otra manera. Pero los gurúes económicos dicen que no, que esto tiene que ser así. El otro día lo escuchaba a Martin Lousteau que decía que hay que contraer deuda para pagar la vieja deuda. ¿Algún banco va a darle a la Argentina un crédito a tasa baja para pagar una deuda a tasa alta? Yo creo que no.
2014-06-26│Entrevista a Alejandro Olmos Gaona│HIstoria y actualidad de la deuda externa by La Brújula De La Mañana on Mixcloud