A lo largo de los encuentros, Segato estableció distintos momentos de su trayectoria investigativa. Remarcó además que a la hora de comenzar a estudiar violencia de género, lo consideró una temática pasajera, como un accidente de la historia. Esta postura se vio truncada al pasar los años. Al ver que esta violencia continuaba, su visión cambió, entendiéndola como violencia estructural.
Las jornadas en la Facultad Libre (9 de Julio 1122) se dieron como antesala al 31° Encuentro Nacional de Mujeres, que se celebrará en octubre en Rosario. Se marcó, de este modo, la relevancia de la ciudad en torno a la tradición histórica de movimiento de mujeres. Este evento organizado anualmente, reúne a miles de mujeres de diferentes puntos del país para discutir sobre feminismo, sexualidad, violencia, aborto, trata, entre otros temas. Se espera que en 2016 unas 60 mil mujeres participen
Antropología de la demanda y preguntas aún abiertas
En los últimos meses tuvieron lugar distintas manifestaciones que visibilizaron las luchas del movimiento de mujeres, tales como las convocatorias que se dieron a lo largo del país contra la violencia de género; o las movilizaciones por el caso de Belén –una joven tucumana condenada a prisión tras sufrir un aborto espontáneo y liberada por la presión social de movimiento de mujeres. La preocupación por esta problemática está en la agenda social. Según el Observatorio de Femicidios "Adriana Marisel Zambrano", entre 2008 y 2015 en argentina se registraron 2094 femicidios.
La violencia es un tema político donde, como sostuvo Segato, no hay una profesionalización, sino todos deberían ser expertos. “Cuando defendemos causas de las mujeres estamos defendiendo una política que tiene que ver con toda la política y toda la economía. Ahí debe haber algo, en haber salido la mujer de su lugar debe estar en juego y debe estar amenazado algo muy central, de todo el edificio de los poderes”, expresó la antropóloga.
En esta “Antropología de la Demanda” es posible entender por qué es un tema que la autora no pudo abandonar, donde utiliza la escucha etnográfica para contestarle a la sociedad lo que pregunta, lo cual es un interrogante vigente. Es aquí donde se comprende a la antropología, y a esta autora en particular, intentando señalar la complejidad de esta problemática, poniéndose a disposición de la interpelación de la sociedad.
Violencia expresiva
A lo largo de su exposición, Segato remarcó la presencia de una antropología por demanda, donde son los mismos sujetos quienes quieren saber, entender, buscar respuestas. Su proceso investigativo en Brasil comenzó por un pedido del jefe de Seguridad de Brasilia, quien preguntó a un equipo de investigadoras porqué en la ciudad había más denuncias por violación que en San Pablo y Río de Janeiro.
En ese marco, entrevistó a violadores en la cárcel de Papuda. Esta investigación, desarrollada en su libro “Las estructuras elementales de la violencia” (2003), le permitió ver a la violencia, al acto de la violación como expresiva, donde dice algo. Sostuvo que “los violadores no son sujetos anómalos, extraños, raros, de la sociedad. Este sujeto expresa algo, lo cual la sociedad entiende en su conciencia práctica”. Es necesario retirar la centralidad agresor/agredida, porque al aislar esta relación se retira de un contexto mayor, donde el agresor es exigido por sus pares masculinos probar su masculinidad constantemente, así este sujeto violador se encuentra expuesto a un mandato.
Ciudad Juárez: espectacularizar el poder
Hacia 2006, tras ser convocada para intentar comprender la situación de Ciudad Juárez , retomó la temática del mandato de masculinidad. Su hipótesis sostiene que se trataba de una violencia expresiva. El cuerpo de las mujeres es un bastidor, “es como si fuera un pizarrón sobre el cual se escribe el poder, las soberanías territoriales, ósea el control de una jurisdicción”.
Su análisis de la violencia de género es un análisis político, donde está expresada una relación de poder que necesita espectacularizarse para poder reproducirse. En este tipo de agresión se garantiza la impunidad, donde la espectacularización es funcional a su reproducción.
De este modo, trata el mandato de masculinidad en relación a un mandato de mafiabilidad, donde la estructura de masculinidad es análoga a la corporación mafiosa. Señaló que si los crímenes no se resuelven, se debe a que son crímenes del poder. “No puede ser comprobado, porque el poder no puede ser observado, su estrategia principal es la opacidad, es el encubrimiento”, y son los códigos de un pacto que comparten un poder.
Aquí se estabiliza un lenguaje, donde el poder habla y dice “acá estoy”. Es en su investigación en Ciudad Juárez donde señaló distintos tipos de crímenes contra las mujeres, tanto en el espacio doméstico como en el público, donde la mujer muere solamente por su género. En el caso de Juárez, mueren por ser mujeres pobres, mestizas y además por el control mafioso de la vida.
Son crímenes que ponen a las mujeres en un lugar subordinado, que las ponen bajo amenaza. Sin embargo, sin entender esta diferencia no se pueden diseñar líneas de investigación, un cuerpo tirado en la calle, que no es parte de una situación doméstica o cuyos fines no se entienden porque todavía no hay vocabularios para comprender que pasó con este cuerpo, es inmediatamente olvidado.
Para Segato, una de las tareas del investigador es producir estas retóricas, producir estos vocabularios donde se pueden ver las diferencias con que el patriarcado actúa.