Lunes, 15 Febrero 2016 13:40

Violencia de género y complicidad de los jueces

Escrito por  Irene Orellano - Fotografía: Edith Gauna - Bárbara Villarreal
    Violencia de género y complicidad de los jueces

    Víctimas de violencia de género e integrantes de la Asociación Mujeres Luchadoras se encadenaron frente a Tribunales. Denunciaron complicidad entre la Justicia y el poder político en casos como el de Ariadna Acosta. “Hay criaturas que están a merced de juezas que favorecen a los padres violentos”, dijo Fernanda Serna. La convocatoria surgió para acompañar a Evelyn, quien reclama la tenencia de su hija.

     

    Integrantes de la Asociación de Mujeres Luchadoras se manifestaron el miércoles en la Fiscalía Regional y frente a Tribunales, para acompañar casos que se investigan en el Ministerio Público de la Acusación. En ese marco, denunciaron que en algunas causas donde las mujeres pierden la tenencia de sus hijos están implicadas las juezas Ana Galetto y Sabina Margarita Sansarricq.

    Al respecto, Serna señaló que a Ariadna una magistrada no la dejaba vivir con su mamá: “Hay juezas que prefieren a los chicos con los padres violentos”, expresó. Tras la manifestación, la jueza Sansarricq llamó a la abuela de la joven de 15 años y le dijo que le iban a otorgar la tenencia porque no hay ninguna causa penal.
    El encadenamiento frente al edificio de calle Balcarce tuvo como principal pedido que Evelyn recupere la tenencia de su hija Sol, quien hace tres años está con su tía, quien ganó la tenencia por una denuncia falsa. “Esa criatura quiere ver a su mamá y estar con ella”, afirmó Fernanda.   

    Otro caso es el de una niña de tres años, cuyo padre le gatilló dos veces en la cabeza. Si bien se realizaron seis denuncias, todas fueron desestimadas. “Esta chica está amenazada todo el tiempo, nos encontró, la acompañamos y se van a hacer los allanamientos pertinentes”, afirmó. Agregó que en muchas ocasiones se revictimiza a las mujeres en las comisarías, ya que “no entienden la gravedad de algunos casos”.
    Respuesta por parte del Estado

    En abril se cumplirá un año de la primera vez que se encadenaron y desde entonces trabajan en un protocolo de actuación para este tipo de situaciones. Ahora, el reclamo consiste en que se ponga en órbita ese protocolo, pero la respuesta es siempre la misma: No hay presupuesto. “Lo que no hay es voluntad. No hace falta un presupuesto para hacerle una toma de denuncias como corresponde a las víctimas; ser tratadas como lo que son, que ya han estado completamente vulneradas”, apuntó Fernanda.

    En ese sentido, indicó que muchas veces en Fiscalía hay hombres detenidos, policías, están rodeados de gente y las mujeres que concurren para hacer una denuncia tienen que dar detalles de las lesiones, incluyendo abusos sexuales. “Tenemos un grave problema con los botones de pánico, desde octubre que no se otorga ninguno. No hay en Rosario. Tampoco hay refugios. Están sobrepasados con la cantidad de denuncias. El Teléfono Verde sigue siendo un teléfono que no funciona”, enumeró.

    Exclusión del hogar… para ellas

    En otro de los casos que acompaña la organización, la mujer tuvo que irse del hogar con los tres hijos pequeños mientras que el agresor permanece en libertad y sin que haya sido procesado. “Otra vez nos vemos obligadas a encadenarnos a ver si conseguimos fiscales que piensen que a nosotras nos están matando, que a los niños también los hacen presas de estas guerras, que mueren para que se castigue a sus mamás”, resumió. Asimismo, sostuvo que no se cumplen las rondas policiales y que no hay presencia del Estado municipal ni provincial.
    En mayo de 2013, Fernanda Serna sufrió quemaduras en el 45 por ciento su cuerpo que fueron generadas por su ex pareja. “La doctora Raquel Almada quiere cerrar mi caso todos los días y quien me prendió fuego está acá atrás mío trabajando y todos sus amigos dando vueltas por acá a ver qué estoy haciendo”, cuestionó. Finalmente, denunció que el agresor la sigue acosando y molestando en las redes sociales, aunque aseguró que ya no le tiene miedo.

     

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