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Entre dos amores

Escrito por  Luciana Mangó
Entre dos amores

Gustavo comparte dos grandes pasiones en su vida: los medios de comunicación y la danza. Ambas se interrelacionan y hasta se complementan. Una le permite la difusión de la otra, y aquella se convierte en el gran motor de sus quehaceres diarios.
 


Nacido en la localidad de Venado Tuerto, Gustavo Guerrero empezó sus estudios de danza folclórica a muy temprana edad, inducido por el interés de su madre en la música de la región. Sin ningún antecedente de músicos en la familia, prontamente se despertó en él la pasión por ese arte, convirtiéndose en una forma de vida. Hoy Gustavo desempeña su labor en tres escuelas de baile: dirige el ballet folclórico de adultos “Esmeralda del Sur”, integrado por diez parejas que se presentarán en el escenario de Cosquín el año próximo, fundó una academia de danza para adultos de carácter amateur y enseña baile en las localidades de Los Quirquinchos y Firmat. Todo esto lo combina con su otra gran pasión, los medios de comunicación, los que muchas veces le permiten la difusión de todas estas artes.

 

Tras recibirse de profesor de folclore en su ciudad natal, Guerrero emprendió rumbo a Buenos Aires para trabajar profesionalmente como parte del ballet Branzel, situado en la denominada Casa Blanca, uno de los tantos reductos tangueros del barrio San Telmo. Entre el amplio abanico de espectáculos que se ofrecían en ese salón, uno de los que más se destacaba era el realizado por el reconocido bailarín Juan Carlos Copes junto con Mariel Nieves. Y fue allí, en ese encuentro con el maestro tanguero, donde nació otra de las grandes pasiones que ha llevado a Guerrero a recorrer el mundo.


“Al tango lo podés vender mientras que al folclore lo podés mostrar”
 

“Nosotros bailábamos folclore, pero además teníamos una rutina de tango con el maestro en la que jugábamos a bailar la ‘cumparsita’ en distintos lugares del mundo, la cual cerraba con la presentación de Copes. Así comenzó mi amor por el tango, por la puerta grande, ya que el hecho de compartir todas las noches con el maestro fue una oportunidad única que despertó en mí el fervor por este género musical”, confesó Guerrero al evocar sus comienzos.

Cuestiones económicas obligaron el regreso a su ciudad natal donde este bailarín buscó volcar todos sus conocimientos y la pasión adquirida. Cinco años después fundó una academia abierta a todo público que llevaría el nombre de Juan Carlos Copes, siendo la primera escuela del país en portarlo y la precursora en este rubro en Venado Tuerto. “En la academia trabajo con adolescentes y adultos, no con niños ya que creo que hay que tener cierta experiencia de vida para que el tango te roce de una manera especial o al menos para poder entenderlo, porque lo coreográfico se relaciona con las vivencias que, a la vez, se entremezclan con los sentimientos”, expresó Guerrero.

 
“Cuando yo tenía 18 años me decían que estaba loco si pensaba vivir de la danza, pero me aferré a ese sueño y hoy puedo hacer lo que más me gusta”
Así, su misión es difundir el tango por diferentes lugares del mundo y es por ello que cada dos años organiza giras artísticas por Centroamérica con su conjunto de baile. “Tenemos giras para abril en Turquía, en mayo en Europa y acabamos de terminar una gira con Luis Miguel por toda la Argentina en la que interpretamos un popurrí de tangos con mi compañera de baile”, manifestó Guerrero al tiempo que explicó que “trato de llevar al exterior la parte más genuina del tango, sin caer en lo circense ni buscar el aplauso fácil, sino que con el sólo hecho de mostrar las raíces propias, uno ya está actuando como embajador de la cultura de tu aldea y creo que eso es lo importante”.

Sin resignarse a elegir entre sus dos pasiones artísticas, el tango y el folclore, encuentra en ellas sus puntos de conexión al considerar que ambas se complementan, el campo con la cuestión de la ciudad, de la orilla, del puerto, a la vez que la inmigración se prende también a lo gauchesco. Sin embargo, Guerrero señaló una diferencia: “Al tango lo podés vender mientras que al folclore lo podés mostrar”.

 “Con el sólo hecho de mostrar las raíces propias, uno ya está actuando como embajador de la cultura de tu aldea y creo que eso es lo importante”

Por su parte, la otra actividad referida a su trabajo en los medios de comunicación le permite dar difusión a estos géneros musicales junto con distintas actividades locales relacionadas a lo artístico. Al respecto, Guerrero afirmó: “La difusión se da a través de los medios. Desde hace quince años estoy en una radio de acá, con un programa llamado ‘Santa Fe al Sur’ en el que se cuentan historias de vida siempre relacionadas al folclore. También la radio me permite notar que la gente tiene necesidad de escuchar música de nuestras raíces, por ejemplo cuando ponés un valcesito o un tango, la gente se desvive y ahí te das cuenta donde está la faltante”.

En relación a la revalorización de la música ciudadana, fenómeno que se ha dado principalmente en los últimos tiempos, el bailarín y locutor consideró que es un logro de todos esos profesores y maestros que están inmersos en los pueblos o en las ciudades chicas como es el caso de Venado Tuerto, quienes trabajan diariamente poniendo el corazón ya que, en palabras de Guerrero, “no deja de ser una quijotada producir un espectáculo, bailar, difundir y hacerse cargo de todo por cuenta propia”.

“Hay que tener cierta experiencia de vida para que el tango te roce de una manera especial”
 

Más allá de algún sacrificio y de que el camino a veces puede parecer difícil, Guerrero defiende a muerte la danza folclórica y el tango, y en esa lucha por concretar un sueño se identifica con lo que él considera la esencia de este género: “Hay que pasar, transitar por algunas vivencias para hacer tango, no es necesario que la mina se te vaya o que se te muera la vieja como reza la canción, simplemente tenés que caminar un poco algunos años y encontrarte, vivir algunos desamores y que te duelan algunas injusticias, pasar el día a día en la calle con la vida y tratar de salir adelante a pesar de todo y amarrarte a un sueño. Cuando yo tenía 18 años me decían que estaba loco si pensaba vivir de la danza,  pero me aferré a ese sueño y hoy puedo hacer lo que más me gusta”.

Ediciones de SURsuelo